Para un escritor, convivir con la soledad es algo normal y recurrente. La necesita para evitar las interferencias que atentan contra su creatividad. La necesita para dar libertad a esas ideas que enriquecerán su relato y dará vida a sus personajes. Podríamos decir que un escritor ha tenido que aprender a convivir con ella. Sin embargo, es bien sabido que la soledad y la depresión suelen vivir en el mismo barrio, y no es ninguna novedad que de vez en cuando intenten pasar un tiempo juntas. Es por ello que quisiera compartir contigo una técnica muy simple que me ha resultado más que útil, en el instante en que ambas intenten «socializar».
Por definición, la depresión es "un síndrome caracterizado por una tristeza profunda y la inhibición de las funciones síquicas, a veces con trastornos neurovegetativos"
Ahora bien, sentirse
deprimido generalmente parte de un pensamiento que maximiza una situación o
condición alojada en tus recuerdos, y que tiende a presentarla como “la única
realidad”, “tú realidad”. Si ese pensamiento se arraiga en tu mente, crecerá y se
hará perceptible por medio de tus sentidos y luego en tu cuerpo, al punto que hasta te
costará respirar y es posible que algunas lágrimas escapen de tus ojos, sin
mencionar otros trastornos posteriores en el caso de volverse crónico. De modo
que un pensamiento depresivo moviéndose sin control por tu mente, tenderá a afectar tus funciones psíquicas (percepción,
atención, conciencia, atención, intuición, etc.); e irá acompañado de los conocidos y siempre vigentes: “nadie me ama”, “soy un fracasado/a”, “no soy
y nunca seré feliz”, “no sirvo para nada” etc.
Primero, ten en
cuenta algo fundamental. Define lo que significa “ser feliz”. Pregúntaselo a tu mente. ¡Exígele una
respuesta! Y si ella te la niega, te
daré una ayudita: La felicidad es “un estado de grata satisfacción física y
espiritual. Tan simple como eso es la «felicidad». Ahora bien, habiéndola definido tenemos que saber que a “la grata satisfacción”
(la felicidad) la experimentamos cuando HACEMOS
ALGO QUE NOS AGRADA. Te sorprenderás al encontrar que son varias las cosas
que nos agradan, y que tal vez no las valoramos como debiéramos. No existe en el mundo una persona que no
tenga (o no haga) nada que le agrade. Sí existen personas que atraviesan serios, y a veces prolongados problemas. Sí existen personas que se enfocan en las cosas que no tienen o no pueden hacer, y no ven ni valoran las que sí tienen y pueden realizar. Pero no existen personas que no hagan ni tengan nada que les agrade en ningún momento de sus vidas. Tú haces o tienes algo que te agrada tener o hacer. Así que, AQUÍ es donde entra en juego una simple técnica para cortar de raíz
el o los pensamientos que inducen a la depresión. Cuando el pensamiento de
“nadie me ama y estoy solo”(o alguno de sus “destructivos hermanitos”) se
presente, allí mismo, en ese preciso instante, ENFOCA tu mente en lo que estás haciendo o hiciste y tengas fresco
en la memoria), fuera lo que fuera: cantar, mirar TV, comer, caminar, leer, si
estás parado, sentado, en facebook, alguna experiencia agradable, etc., etc.,
etc. PIENSA EN “ESO”
que haces o hiciste, y que te dio o te da placer. Cuando defines esa actividad,
te preguntas a ti mismo: ¿Te gusta mirar TV (o leer, o estar sentado, o estar
acostado, o caminar, o lo que hayas señalado.)? Tú ya sabes que la respuesta es un inobjetable ¡SÍ!
Con esa respuesta, y la siguiente declaración, es como derribas por completo el pensamiento depresivo: “SI ESTÁS HACIENDO LO QUE
TE GUSTA, ENTONCES ERES FELIZ”. Al pronunciar esto con tus labios te encontrarás que se te ha escapado una pequeña sonrisa. Quizá porque te darás cuenta que estás hablándote a ti mismo, o bien porque acabas de salir de la antesala que te llevaba a estar deprimido. fuera cual fuera la causa de la sonrisa, lo seguro es que se trata de un síntoma de superación, y eso muy bueno. ¿Es simple, no? Pues te vas a sorprender
cuando lo pongas en práctica y veas que SÍ FUNCIONA.
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