La Epopeya o Poema de Gilgamesh es
una narración sumeria, escrita en tablillas de arcilla y en escritura cuneiforme (acaso la
primera escritura). Fechada hacia los años 2.500-2.000
a.C., describe en forma de versos las peripecias de éste mítico rey, y es considerada
por los más reconocidos académicos como la obra épica más antigua de la que se
tenga conocimiento.
Gilgamesh y Enkidú |
Muchos de los sucesos en la historia de El guerrero Semita tienen su base en esta Epopeya de Gilgamesh. Algunos de ellos son: la amistad entre
Gilgamesh y Enkidú; la propuesta matrimonial que Gilgamesh rechaza a Anuanna;
las palabras de la vidente Siduri; la muerte de Enkidú; y la muerte del “Toro
de Anú” o “Toro del cielo”. En otras
entradas comentaremos los detalles sobre cada uno de ellos. Sin embargo hoy haremos una reseña sobre el último,
la muerte del “Toro de Anú”.
Los sumerios lo llamaban “Gugalanna”, y como también lo
menciona la novela, su nombre se desglosa así: gu = toro, gal =gran, an = cielo, -na = de, “Gran Toro del cielo”. Según se piensa, basado en la
mitología sumeria, este dios-animal estaba relacionado con la constelación de
Tauro, y había sido creado por los dioses para tomar venganza sobre Gilgamesh y
Enkidú, por haber éstos dado muerte al gigante Huwawa (o Humbaba). Según la misma mitología, después que
Gilgamesh desprecia la propuesta matrimonial con la diosa Inanna (representada
en la novela por la sacerdotisa Anuana), ésta le envía al “Toro del cielo” para
aterrorizar Uruk, y representaba para la casta sacerdotal un nuevo intento de
poner en su lugar a los desmedidos deseos apoteóticos (de alcanzar la deidad)
de los reyes de Sumer.
En el relato de El guerrero Semita podemos ver estos
sucesos inmersos en una intrigante trama, la cual gira en torno a la obsesión de una
sacerdotisa (“Anuanna”), los vehementes anhelos de deidad de un rey
(Gilgamesh), la desbordante sed de combate de un hombre bestial (Enkidú), y la
aparición de un animal traído desde la ciudad de Nippur como condimento de una
festividad (El Toro del cielo). La arena de combates de Uruk reunirá a todos
los personajes antes mencionados, y contará además con la participación del
semita Tikba-El, quien se constituye en el condimento esencial de un batalla de
facciones épicas. Todas estas historias míticas cobran sentido en un desenlace que logra entremezclar la ficción con el mito, la
historia con la fantasía heroica, los principios y la determinación de un hombre
con los caprichos de los dioses.
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