jueves, 19 de noviembre de 2015

"El Toro del cielo"


La Epopeya o Poema de Gilgamesh es una narración sumeria, escrita en tablillas de arcilla y en escritura cuneiforme (acaso la primera escritura). Fechada hacia los años 2.500-2.000 a.C., describe en forma de versos las peripecias de éste mítico rey, y es considerada por los más reconocidos académicos como la obra épica más antigua de la que se tenga conocimiento.



Gilgamesh y Enkidú


Muchos de los sucesos en la historia de El guerrero Semita tienen su base en esta Epopeya de Gilgamesh.  Algunos de ellos son: la amistad entre Gilgamesh y Enkidú; la propuesta matrimonial que Gilgamesh rechaza a Anuanna; las palabras de la vidente Siduri; la muerte de Enkidú; y la muerte del “Toro de Anú” o “Toro del cielo”.  En otras entradas comentaremos los detalles sobre cada uno de ellos.  Sin embargo hoy haremos una reseña sobre el último, la muerte del “Toro de Anú”.




Los sumerios lo llamaban “Gugalanna”, y como también lo menciona la novela, su nombre se desglosa así: gu = toro, gal =gran, an = cielo, -na = de, “Gran Toro del cielo”. Según se piensa, basado en la mitología sumeria, este dios-animal estaba relacionado con la constelación de Tauro, y había sido creado por los dioses para tomar venganza sobre Gilgamesh y Enkidú, por haber éstos dado muerte al gigante Huwawa (o Humbaba).  Según la misma mitología, después que Gilgamesh desprecia la propuesta matrimonial con la diosa Inanna (representada en la novela por la sacerdotisa Anuana), ésta le envía al “Toro del cielo” para aterrorizar Uruk, y representaba para la casta sacerdotal un nuevo intento de poner en su lugar a los desmedidos deseos apoteóticos (de alcanzar la deidad) de los reyes de Sumer.


En el relato de El guerrero Semita podemos ver estos sucesos inmersos en una intrigante trama, la cual gira en torno a la obsesión de una sacerdotisa (“Anuanna”), los vehementes anhelos de deidad de un rey (Gilgamesh), la desbordante sed de combate de un hombre bestial (Enkidú), y la aparición de un animal traído desde la ciudad de Nippur como condimento de una festividad (El Toro del cielo). La arena de combates de Uruk reunirá a todos los personajes antes mencionados, y contará además con la participación del semita Tikba-El, quien se constituye en el condimento esencial de un batalla de facciones épicas. Todas estas historias míticas cobran sentido en un desenlace que logra entremezclar la ficción con el mito, la historia con la fantasía heroica, los principios y la determinación de un hombre con los caprichos de los dioses.


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